La música popular folclórica boliviana ha sufrido muy pocas transformaciones debido al aislamiento geográfico del país. Todavía se utilizan instrumentos prehispánicos, como las variantes del Siku o de la quena. Algunas de las músicas típicas de las regiones orientales amazónicas y chaqueñas y andina bolivianas son el tinku, el taquirari, la chovena, kaluyo, huayño, etc. Numerosas y muy variadas son las danzas típicas sea en las áreas oriental tropical como en las áreas andinas.
Aunque las tradiciones musicales de los Andes han evolucionado a partir de una serie de influencias preincaicas, incas, españolas, amazónicas e incluso africanas, cada región de Bolivia ha desarrollado tradiciones musicales características, así como danzas e instrumentos. El sonido de la música andina, desde el frío altiplano, es adecuadamente persistente y lastimero, mientras que el de la más cálida Tarija, con su complemento de extraños instrumentos musicales, ofrece unos tonos más vibrantes y llenos de colorido. Aunque la música original andina fue exclusivamente instrumental, las tendencias hacia la popularización de magníficas melodías han inspirado el añadido de incas apropiadamente trágicas, agridulces o taciturnas.
En 1594 el papa Gregorio VIII nombró a Santa Cecilia patrona de los músicos y protectora de los poetas. El mandatario recordó que a lo largo de la historia la labor de los músicos ha estado presente en la historia.
Las bandas indígenas originarias, por ejemplo la Piqnquillada, de comunidades del norte de Potosí, que a pesar de no tener conocimientos musicales teóricos, interpretan distintos tipos de sonidos, por lo que señaló que es importante preservar ese tipo de manifestaciones culturales.
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